Una Semana Santa en memoria de muchos (II)

 Todo quedó en la Soledad de la Madre, que ante la desesperación de ver a su hijo muerto, caía entre las cuentas de un rosario de marfil que encandilaba las miradas de una plaza que hervía de gentes. La pasión volvía a nuestro Torredelcampo penitente, aquel que despierta en primavera y se echa a la calle por cuantos quedaron atrás en el tiempo y por aquellos que han de venir. Un tiempo de promesas cumplidas y de sueños rotos, que unidos a las inclemencias de lluvia que afectaban a gran parte de nuestra provincia hacía aún mayor el hondo hueco que dejaba en nuestro corazón esta tan sentida y especial Semana Santa 2016, tan propia para el recuerdo de quienes perecieron en la pasada.

 

  Madrugada

 

 Y al punto de las 6, cuando la aguja larga del reloj que preside el campanario se alejaba con cierto temor la Santa Mujer Verónica salía a las calles ante la oscuridad del pueblo que esperaba la tradicional marcha de "la Saeta" que rompiera con el silencio que meciera a esta mujer valiente, la cual además lucía un nuevo y esplendoroso halo de santidad de Orfebería Bernet que sacaba la luz de donde no la había. Tras ella el Nazareno acompañado del Cirineo y de su Banda de CCyTT del mismo nombre, que unía un amplio cortejo de mantillas que fue del agrado de todos cuantos se quisieron acercar a ver la procesión en cualquiera de sus calles por la mañana. A Torredelcampo le costaba despertar, pero la Virgen de la Aurora salía a las calles cual rayo de luz que brota del alba, vestida y ataviada de princesa de la corte celestial con un exorno floral que fue la delicia de la Madrugá.

 

Viernes Santo 

 

 Después el Señor habría muerto en pleno monte del Gólgota, y tras los oficios del Viernes Santo se disponía a realizar su estación de penitencia la Cofradía del Santo Sepulcro con su particular saber estar en la calle que trae consigo la seriedad y elegancia de un cortejo fúnebre que se alargaba en la avenida de la Constitución más de la cuenta ante el acompañamiento de otro nutrido grupo de mantillas. El Señor Yacente tras haber sido descendido de la cruz con la más limpia sábana que portaban sus nazarenos innovaba en su exorno floral con un clavel púrpura que recordaba al Calvario de su pasión. Y la Señora de la Esperanza se movió como merece una dolorosa que cumplía sus más de 25 años en la calle a los sones de una salve que salía de las gargantas temerosas de sus cofrades pero de la más honda devoción de sus fieles.

(CONTINUARÁ...)