jueves, 31 de marzo de 2016

Una Semana Santa en memoria de muchos (I)

 

 Todo quedó en la Soledad de la Madre, que ante la desesperación de ver a su hijo muerto, caía entre las cuentas de un rosario de marfil que encandilaba las miradas de una plaza que hervía de gentes. La pasión volvía a nuestro Torredelcampo penitente, aquel que despierta en primavera y se echa a la calle por cuantos quedaron atrás en el tiempo y por aquellos que han de venir. Un tiempo de promesas cumplidas y de sueños rotos, que unidos a las inclemencias de lluvia que afectaban a gran parte de nuestra provincia hacía aún mayor el hondo hueco que dejaba en nuestro corazón esta tan sentida y especial Semana Santa 2016, tan propia para el recuerdo de quienes perecieron en la pasada.

 

 Domingo de Ramos

 

 El Domingo de Ramos comenzaba como lo hiciera hacía seis años ya con la dulce imagen que esculpiera el joven Antonio Parras. San Bartolomé, único templo y lugar de reunión cristiano de nuestro pueblo sacaba de su entraña la alegría de la venida del Señor a lomos de una pollinica que parecía sonreír ante el peso orgulloso del Hijo de Dios, que ante su gloriosa entrada en nuestra Jerusalén de olivos centenarios era alabado con las más blancas palmas que pudieran sacar las entrañas de la tierra. No faltaron los representantes de todas y cada una de las distintas hermandades y grupos parroquiales así como las largas colas de fieles que participaban de tan glorioso cortejo. Y el olivo, fiel vigía de la tierra de plata jaenera hacía aún más emotivo el movimiento de sus jóvenes portadores, portadores de la gloria que volvían a manifestar su fe de la mejor de las maneras: demostrando a todo un pueblo cofrade la valía de su juventud.







 Jueves Santo

 

 Nuestro pueblo se adaptaba a esos huecos vacíos que se escapan de nuestra Semana Santa tras la venida del Salvador hasta llegar el tan esperado Jueves Santo en el que la Cofradía de la Vera Cruz realizaba su estación de penitencia demostrando el rigor y ajuste de tiempo tanto de salida como de regreso al templo, notable con respecto a otros años, y que hizo muy llevadera la puesta en la calle de la cofradía más decana de nuestra localidad. El "Milagro" que tanta pasión derrama en los costales volvía a demostrar la flamenca cuadrilla costalera que compartían las trabajaderas de sus pies al compás del que sea presentado al pueblo cada año bajo la atenta mirada de una plaza que jamás tuvo tanta ansia de Semana Santa; todo ello con la magnífica restauración que se ha llevado a cabo en la imagen. La primitiva imagen del Cristo de la Vera Cruz era pleno patrimonio histórico en la calle frente a San Juan Evangelista, que con el último esfuerzo de sus devotos, aunque sin acompañamiento musical, pudo hacer su salida penitencial. Y por último la Madre de la Piedad, que volvía a clamar al cielo con un brillo diferente en los ojos tras su intervención, rodeada de rosas blancas de pureza, y con el fervor de sus costaleras como único rezo en la primera noche de pasión.











(CONTINUARÁ...)

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