"Estrella y camino, prodigio de amor. De tu mano, Madre, hayamos a Dios".
Unido el cortejo indisoluble a los cánticos católicos que rezaban los fieles durante el itinerario, el camino se hacía uno solo en torno a la Virgen, que en su advocación de la Encarnación recorría uno de los barrios que esta pro-hermandad ya ha hecho suyo para la posteridad. Con pocas luces más que el suave haz de luz que emanaban los cirios, la Madre de Dios vestida por el mismo sol en plena noche deslizaba su amoroso manto a los que inesperados por su visita salían de sus casas para recibirla, quizás no con el significado que conlleva un rosario vespertino y que aún le cuesta asimilar a nuestro pueblo cofrade, pero siempre con el amor que provocan las lágrimas de María a cuantos saben comprenderla.
María Santísima de la Encarnación paseaba anhelante, como queriendo apresurarse al próximo Domingo de Ramos en que su Hijo de la Caridad vea por fin las calles de nuestro pueblo en su primera estación de penitencia, algo por lo que el grupo parroquial trabaja incansablemente en los últimos meses. Pero las cuentas del rosario volvieron a agotarse tras el rezo de la salve, y con el adiós que cerraba su afligido rostro, sus hermanos cofrades imaginaban un tiempo en que su nombre se vea convertido en la Señora del Domingo de Ramos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentad con respeto y humildad. La bondad nos puede hacer grandes.