jueves, 5 de mayo de 2016

Amor por el día de las Madres


 La romería había llegado a su punto álgido con la llegada del tan ansiado Primer Domingo de Mayo, y aunque en los días anteriores se hubiera podido contemplar una menor afluencia de personas, en el Día de la Madre no hubo palabras para describir la tan grandiosa aglomeración de personas que se forma cada año en torno a la misa de campaña.
 A las 10 y media de la mañana con la llegada a la ermita de la familia de los Hermanos Mayores de fiesta partía la comitiva acompañada por un cuarteto de tamborileros que proyectaron un ambiente romero que fue de las delicias de muchos. Santa Ana lucía en sus andas su terno rojo bordado en oro con la más bella sonrisa del lugar portando a la Virgen Niña en sus brazos ataviada como una flamenca más y estrenando tanto el vestido como la barroca corona que portaban sus sienes, obra de Orfebrería Bernet.
 Al llegar junto a la mesa del altar, fueron miles los torrecampeños y visitantes de cualquier punto los que se aglomeraron en torno a la celebración de la Eucaristía, en la que puso voz y canto el Coro San Roque de la vecina localidad de Torredonjimeno. Una celebración litúrgica quue tuvo presente a los afectados por el terremoto de Ecuador y como ya es tradicional a los que ya no estaban con nosotros para acompañar a la Abuela por circunstancias de la vida con el simbólico acto de la flor.
 Tras la misa de campaña fue el momento de pasear a la Abuela y a la Madre de Dios por el Cerro Miguelico hasta el paraje de la Erilla, donde la primavera abrazó en pedacitos las sendas flores que arropaban a las patronas junto a los cánticos de amor que se desprendieron desde Villa Patrocinio. Los anderos prestaban sus andas a las romeras que quisieron participar del amor fraterno que desprendía la procesión gloriosa con el acompañamiento esta vez de la Banda Municipal de Escañuela, la cual supo poner el toque musical glorioso de la manera más decorosa posible.


 Con la llegada al Llano sobraban las palabras para el tradicional encuentro con el Simpecado de la Asociación Romera Torre de la Peña y la presentación de los niños ante Santa Ana, hecho que rompió en vítores entre la multitud que se concetraba en el lugar con un sol de justicia. Y con la llegada a la ermita las emociones fueron disueltas en nuevos cánticos y vivas al centro de nuestra fe. El pueblo volvía a despedirse de la Abuela de Cristo y de la Madre de Dios, que brindaba la alegría y emoción que pudieran poner fin a la fiesta grande torrecampeña. Y sería en la tarde, con la apertura del camarín, cuando la Cofradía de Santa Ana pusiera el broche de oro a una sentida romería 2016 que quedaba atrás para iniciar la espera hasta la bajada al pueblo de la patrona.

¡Viva Santa Ana! ¡Viva la Niña! ¡Viva la Abuela!








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